Cuando el amor canta a la muerte.

Las arrugas resecas por el tiempo y la falta de vida me muestran que el pasar del tiempo no es eterno. Esas arrugas no representan la vejez sino la madurez que llenó tu vida y la mía. Los años se pasaron cual segundos y la felicidad quedó ahí para siempre abrazando las memorias de los tiempos pasados. Reciclo y desempolvo recuerdos ya que son lo único que me viene a la mente y mi tristeza se engrandece con la felicidad que sentí a tu lado en el pasar de lo días.
Sigues sonriendo levemente, ahí como siempre, como cuando te abrazaba, como cuando te besaba. Tu sonrisa nunca fue joven ni vieja, siempre fue la misma expresión de belleza, la misma imagen sublime que angelizaba tu rostro. Esa figura siempre esbelta llena la ropa y la habitación. Mis lágrimas solo te rozan la cara y no logran apagar la felicidad que siempre llevas puesta. Tal parece que tu cuerpo desgastado no resistió tus berrinches juveniles y se dio por vencido así como lo hará el mío. Mi mano se enlaza a la tuya y nuestras pieles se funden como lo hicieron miles de noches; fundidos, así estaremos eternamente: fundidos en el mismo espacio y en el mismo tiempo, fundidos en memorias inacabables; fundidos fueron nuestros corazones de la misma materia separados pero unidos de nuevo por el destino.
No es un adiós lo que hoy recito, es más bien un hasta luego en este letargo vivido, un te extraño, aunque sé que tu corazón fue y es solo mío, mas mis ojos se funden en tu recuerdo, tu presencia es latente mas tu cuerpo es un vacío; no sé lo que es vivir sin tenerte, ya no sé si todo es un loco sueño mío. Debo aprender a estar sin ti, a ser feliz sin verte reír. Las esperanzas no se han perdido y el amor sigue siendo complacido. No te queda más que esperar, no me queda más que esperar a que el tiempo haga de las suyas y que la muerte toque también mi lado de la cama para reunirnos en la eternidad con la esperanza de que me beses de nuevo, de que me abraces de nuevo, de que me ames de nuevo. Le canto a la muerte y le ruego que no acabe con el amor así como acaba con la vida, le imploro que ese ciclo nunca cierre, que su fuerza dure para siempre. Pero si mis anhelos son solo mariposas sin alas, si  tú en tu nuevo mundo ya no me  amas, si no sabes que es el amor, oh, ¿qué será de mí sin ti?; mi sueño en la eternidad queda partido por la ilusión de un porvenir de angustiosa salida, por eso canto a la muerte, le ruego que me lleve contigo, a tu lado. Y si después  de esta vida nada continua como esperamos, ruego entonces que pueda reconocerte y si no es posible amarte, buscaré reconquistarte; volver a vivir de un comienzo y ahora sin fin  el amor que un día juramos vivir, en vida o en muerte te AMO Y HOY CANTO A LA MUERTE POR TI.

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